domingo, 18 de diciembre de 2005

"La única Academia que me preocupa es Rosario Central"

Entrevista a Fontanarrosa - Entrega I de III


“De mí se dirá posiblemente —reza la cita con la que www.negrofontanarrosa.com abre su biografía— que soy un escritor cómico, a lo sumo. Y será cierto. No me interesa demasiado la definición que se haga de mí. No aspiro al Nobel de Literatura. Yo me doy por muy bien pagado cuando alguien se me acerca y me dice: Me cagué de risa con su libro”.
Roberto Fontanarrosa sabe que el lugar que ocupa en la literatura argentina es, por lo menos, raro. Basta ver la contratapa de algunos de sus libros editados por De la Flor hasta hace unos años. En la primera línea se lee: “Ya casi no se cuestiona que la literatura escrita de Fontanarrosa no es un mero apéndice de su literatura ‘dibujada’…” Pero apenas renglones más abajo, se presenta al autor del siguiente modo: “Roberto Fontanarrosa es un humorista argentino nacido en Rosario en 1944”. La cursiva, obviamente, es mía. El propio Negro debía reírse cada vez que una nueva edición le llegaba a las manos.
Todo esto podría resumirse del siguiente modo: difícilmente alguien nombre a Fontanarrosa cuando se lo consulte acerca de sus escritores predilectos. Pero también es difícil encontrar a alguien que diga que no disfruta de leer sus textos. Ese es el efecto que produce su literatura.
Hasta su ciudad, Rosario —que según él tiene una gran actividad cultural porque allí “no hay nada mejor para hacer”—, llegaron las preguntas de El Caballero de la Triste Figura, y el Negro respondió.

Si tiene que hablar de sus influencias literarias, ¿cuáles son los primeros nombres que le vienen a la cabeza?
Los narradores norteamericanos: Hemingway, Mailer, Capote, Salinger, los de corte periodístico. Después, muchos; los latinoamericanos. Y Salgari, London, Oesterheld, Boris Vian, Pavese, etcétera, etcétera.

Usted tiene una rutina de trabajo estricta. Una vez dijo que se sentía como esos detectives de los policiales yanquis, que están en su despacho esperando que los llamen para ofrecerles un caso. En relación con esto, yo creo que su obra se inscribe dentro de cierta tradición de la literatura norteamericana: usted publica muchos libros, con muchos cuentos cada uno, y siempre son cuentos donde pasan cosas, que privilegian la acción por sobre la forma. ¿Está usted de acuerdo?
Alicia Quino (Alicia Colombo, esposa de Joaquín Salvador Lavado, “Quino”) dice que yo escribo como un historietista: imagen, acción y diálogo. Y trato de escribir cosas que me gustaría leer, que me puedan atraer como lector. Casi nunca profundizo sobre la personalidad de los personajes, procuro que se muestren a través de lo que dicen y lo que hacen. Intento, en lo posible, conseguir una situación de conflicto y de allí parto. Encontrar una historia que me gustaría contar a mis amigos. Y no cuento experiencias personales dolorosas, prefiero no echarle a nadie el fardo de mi catarsis. Por eso no seré nunca un escritor muy profundo, ni visceral.

Hay quien divide a los escritores en dos grandes grupos: los escritores que leen y los lectores que escriben. ¿Usted dentro de cuál de los dos grupos se considera?
En los dos, obviamente. Es muy difícil que uno se sienta impulsado a escribir si no se ha entusiasmado con la lectura, previamente. Pienso, por otra parte, que la lectura es imprescindible para el escritor, como escuchar música lo es para el músico. Leer me realimenta y me dispara ideas. Aunque ahora no estoy leyendo casi nada de ficción, sino informes periodísticos, biografías, reportajes. Supongo que necesito más información que estilo.

En noviembre pasado, Fontanarrosa cumplió 61 años. Lleva más de la mitad de su vida trabajando en Clarín, 25 años colaborando con los guiones de los espectáculos de Les Luthiers, y entre sus volúmenes de humor, las compilaciones de las historietas de Inodoro Pereyra, Boogie el aceitoso y Sperman, sus colecciones de cuentos y sus novelas, lleva publicados más de 50 libros. Pero sigue siendo el mismo tipo, viviendo en la misma ciudad, reuniéndose con sus mismos amigos en el mismo bar. Y son esas discusiones, las de café, las que más le interesan, y las que magistralmente reconstruye en muchos de sus cuentos.

Las polémicas literarias, ¿le interesan?
No frecuento a muchos escritores, por eso, quizás, me llevo bien con todos. Suelo encontrarme con Juan Martini, o con Sasturain, lo hacía con Soriano. Pero seguramente no escribiré una Carta Abierta cuestionando el estilo de Tolstoi, por ejemplo.

¿Qué lugar cree que ocupa dentro del canon de la literatura argentina?
No lo sé. No me desvela, tampoco. Lógicamente quisiera ser como los Beatles, por ejemplo: talentoso, millonario y popular. Me basta saber que, dentro de un mercado acotado, como el nuestro, mis libros se venden bastante bien. Porque yo no publico para mí, quiero que mis libros lleguen a muchos lectores.

Usted ha declarado que no leyó a los clásicos, que no leyó, por ejemplo, El Quijote. ¿Cree que eso lo limita o lo ha limitado en algo?
Sí, es cierto que leí muy pocos clásicos. Pero ojo que lo entiendo como una falencia mía: no lo expreso para levantar una bandera reivindicatoria de la barbarie. Aún estoy a tiempo de leerlos, siempre que cuando empiece a hacerlo, no me aburran. A los 60 años, cuando el tiempo por delante ya no parece infinito, el aburrimiento es un pecado.

Se cuenta que Osvaldo Soriano sufría por la falta de aceptación por parte de “la Academia”. ¿Usted cómo vive esa situación?
A mí la única Academia que me preocupa es Rosario Central. Por supuesto que me gustaría que todo el mundo dijera que soy extraordinario pero, repito, me conformo con que mis libros sean leídos por bastante gente. Por otra parte, me paso todo el día pensando los chistes para Clarín y las tiras de Inodoro Pereyra. Luego, en la formación de Central para el domingo. No tengo demasiado tiempo para preguntarme ¿quién soy, adónde estoy, adónde voy? Es extraño que al Gordo le inquietara eso. Él tenía lo más importante: el cariño de sus lectores.

Mañana, la segunda parte: "Casi considero una virtud cierta capacidad de engaño"


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Veo que por aquí hay gente a la que le interesa la literatura y la escritura. Os recomiendo el blog de Alejandro Gándara (http://www.elmundo.es/elmundo/escorpion.html). Es un dardo el tipo. Le conozco porque es director tb de la Escuela Contemporánea de Humanidades (http://www.escuelacontemporanea.com/)donde yo hice unos cursos de novela, relato breve y lectura critica profesional. Ánimo con el blog

RAEL (Mario De los Santos) dijo...

pinta muy bien la nota en esta primera entrega.
y qué decir de la última frase. uno que lo quería tanto al gordo.