lunes, 27 de diciembre de 2010

Decir chau

Las mejores decisiones son aquellas que se maduran con el tiempo. La naturaleza es sabia, dicen, y nada mejor para comprobarlo que ver cómo los elementos retoman el equilibrio luego de cualquier tormenta. Con el paisaje en calma es mucho más fácil ver lo que más conveniente, lo mejor.

Y la cuestión es clara: este blog, el Caballero de la Triste Figura, dice chau. No es algo que decida yo ahora, en este momento; se puede decir que lo vengo decidiendo sin darme cuenta desde hace varios meses, desde que el ritmo de publicación bajó hasta el cero que lo dominó en la última parte de este año. Por eso, me parece que lo mejor es bajar la cortina definitivamente y darle un cierre elegante a un blog que ha constituido una parte de mi vida —no muy grande, pero una parte al fin— y que representa una etapa.

Empecé este blog el día en que aprendí qué era y cómo se hacía un blog, allá por abril de 2005, cuando cursaba Nuevos Medios I, materia dictada entonces por Julián Gallo en la Maestría en Periodismo de Clarín. Lo primero de lo que hablé fue un recital de Andrés Calamaro en el Luna Park al que yo había asistido unos días antes.

El Caballero de la Triste Figura pasó por varias etapas. En sus primeros tiempos publiqué noticias sobre periodismo, tecnología y curiosidades, mezcladas con citas bibliográficas y algún que otro apunte personal; luego estos últimos fueron copando la parada y fueron los que predominaron durante la segunda mitad —digamos— de la historia del blog.

En el medio, (me) pasaron algunas cosas. El Caballero formó parte de la Asociación 3.0 Periodismo Argentino en Blog, fue recomendado por distintas webs, me permitió entrar en contacto con personas de los más variados ámbitos y por los más variados motivos; terminé la Maestría y entré a trabajar en Clarín.com, viajé por primera vez a España para participar de un congreso sobre periodismo digital; vi la disgregación de una redacción y luego formé parte de ella cuando decidí irme a vivir y probar suerte en Europa. En ese momento dije hasta luego porque abrí otra ventana para decir lo que quería decir del lado de allá: sin embargo, volví al Caballero, que terminó quedándose con todos los posts de aquella aventura. Trabajé como coordinador de una red de blogs, asesoré a muchos amigos de qué era y cómo se hacía un blog, di clases y charlas de cómo escribir para la web; soñé y esbocé nuevos blogs y finalmente creé otro, unabirome, que en los últimos meses me dio, también, muchas satisfacciones, y para el que preparo todos mis cartuchos blogueros de 2011.

Muchas imágenes y relatos de mis aventuras personales, de mis idas y vueltas de estos últimos años —muchas de ellas, con un océano de por medio—, quedaron retratadas en las páginas del blog. La última, como se puede ver justo debajo de estas líneas, fue un paseo por Lisboa. Poco después, hace poco, estuve en París, y sin embargo no llegué a poner aquí mi foto con el fondo de luces de la Torre Eiffel.

Amantes del sistema decimal como somos —tal como señaló Borges de aquella mujer que se lamentaba de que le hubiera faltado tan poco a doña Leonor Acevedo para alcanzar los cien años de edad— está bueno que la historia del Caballero se circunscriba al período 2005-2010. Cinco años y ocho meses, 919 posts, más de 95 mil visitas. Y además, un cierre desde casa: después de tanto viaje, de tantas horas de vuelo, tipeo estas líneas de despedida en Florencio Varela, en el verano argentino, bajo el árbol del patio de mis padres.

No les digo adiós, amigos, ni tampoco hasta luego. Este Caballero simplemente les dice chau, en argentino, nos vemos. Ya todos sabemos dónde encontrarnos.

jueves, 26 de agosto de 2010

Una ciudad muy literaria

Lisboa es una ciudad muy literaria. Había escuchado decir eso y este fin de semana pude comprobarlo en persona. Muchas de sus principales plazas están dedicadas a sus escritores, sobre todo a nombres como Luís de Camões, Eça de Queirós y Fernando Pessoa. Uno de los puntos más visitados por los turistas es el café A Brasileira, en el centro de la ciudad, sitio del que Pessoa era habitué; en la terraza hay una estatua del escritor sentado a una mesa y con un asiento al lado, listo para que los turistas nos saquemos la obvia pero no menos inevitable foto.


Ocupa pocos espacios públicos, sin embargo, José Saramago. El único Nobel de Literatura en lengua portuguesa parece ser mucho más reconocido y celebrado en España que en su país natal, quizás porque pasó las últimas dos décadas de su vida en la isla de Lanzarote (Canarias), desde que tuvo problemas con el gobierno portugués en 1991 por la publicación de El evangelio según Jesucristo. Su viuda, la española Pilar del Río, declaró recientemente en una entrevista que nunca le permitió a su marido tramitar la nacionalidad española "porque es un símbolo de Portugal y tenía que ser portugués 100%", pero hay que ver si los portugueses lo consideran así...

No vi en las librerías por las que anduve demasiados autores argentinos, aunque uno de ellos, también muerto hace poco, está en los escaparates más comerciales: Tomás Eloy Martínez. Su novela El cantor de tango (O cantor de tango en la edición portuguesa), de reciente aparición allí, cuesta € 9,90.

miércoles, 25 de agosto de 2010

This is the Barrio Alto

Todos los taxis en Lisboa son Mercedes Benz.

Nos tomamos uno y le pedimos que nos llevara al Barrio Alto. Habíamos estado un poco perdidos; nos tomamos el autobús 28, como creímos que nos habían indicado, pero nos estaba alejando del lugar adonde teníamos que ir. Así que nos bajamos y decidimos hacer la fácil: que un taxi nos deje en la puerta del hotel.

"This is the Bairro Alto", señaló el taxista luego de unos minutos, luego de comprobar que la comunicación español-portugués no era tan fluida como quizá había pensado. "It's very old", añadió varias veces.

El hotel está en la calle Dr. Luis de Almeida e Albuquerque. El problema fue no buscarlo antes en Google Maps y confiar en que llegar sería fácil. Pero la calle tiene sólo unos cien metros de longitud, no aparecía en los planos de la ciudad que nos dieron en el aeropuerto, el taxista no la conocía, la gente de la zona a la que le preguntamos tampoco... Por suerte teníamos algunas referencias: estaba cerca de las calles Calçada do Combro y Santa Catarina. Así, finalmente, encontrar la rua no nos costó tanto.

El que nos dejaba al lado era el eléctrico 28, que no era el autobús sino el tranvía. Eso lo aprendimos después, claro. Como siempre pasa cuando se visita una ciudad desconocida, al principio hay que perderse para después empezar a encontrarse.

martes, 20 de julio de 2010

Feliz día

Suele repetirse una frase: "Un amigo es un hermano que se elige". Creo que la frase se equivoca dos veces. Primero, porque conozco a muchas personas que no quieren a sus hermanos, que están distanciados o redondamente peleados, que no se hablan, que tienen problemas de dinero, etc., etc. Segundo, porque uno no elige -al menos no siempre- a sus amigos. Los amigos y las amigas son personas que la vida nos pone en el camino, o mejor, la vida hace que sus caminos se crucen con los de uno, y entonces tienen lugar una serie de acontecimientos (afinidades o gustos comunes, experiencias compartidas, etc.) que derivan en una amistad.

En este momento de mi vida estoy lejos de mis amigos, de mis mejores amigos. Por supuesto, siento una herida, que me falta algo. Lo compensan otras cosas, pero la herida está ahí.

Amigos, he pensado mucho en ustedes últimamente. En cómo nos conocimos, en cómo se forjó nuestra relación. Descubrí que noy soy una persona de hacer amigos rápidamente, que con mis mejores amigos y amigas la relación se fue construyendo de a poco. Como esas obras faraónicas de la antigüedad, a las que uno contempla y se pregunta: ¿cómo las habrán hecho, sin la tecnología de nuestros días? Muchos agregan: ¿será obra de extraterrestres? La respuesta no tiene nada que ver con eso. Es simple: despacito, ladrillo sobre ladrillo.

La amistad tampoco tiene nada que ver con marcianos ni con tecnología (aunque ésta ayude a construirla: el teléfono, el e-mail, el facebook, este post). Y sí con acomodar ladrillo sobre ladrillo, cada uno en su momento y en su lugar.

Feliz día, a todos, ya saben quiénes.

sábado, 22 de mayo de 2010

pacman.google.com


Hace mucho que no dedico el blog a publicar, como hacía al principio, noticias y artículos sobre internet, tecnología y cosas así. Pero ¿cómo dejar pasar la genialidad de la gente de Google, su fantástico homenaje al Pacman convirtiendo su logo en el propio juego?



Una maravilla.

PD. Lo que son las casualidades. Anoche vi el capítulo 8x12 de Friends, titulado The One Where Joey Dates Rachel ("El de cuando Joey sale con Rachel"). La historia secundaria del capítulo es el regalo atrasado de boda de Phoebe para Monica y Chandler. El regalo es... una máquina de videojuegos: el Pacman.

jueves, 20 de mayo de 2010

Por días como el de hoy

Mail de un compañero del fútbol, anoche, minutos después de terminada la final de la Copa del Rey (Sevilla 2 - Atlético de Madrid 0):

«Hoy estoy más orgulloso del Atleti que el miércoles pasado. Decía el niño del anuncio: "Papá, ¿por qué somos del Atleti?". Pues por días como el de hoy, por la actitud y la entrega de los jugadores y, sobre todo, por la afición. ¡Espectacular! Con el pitido final, las imágenes de la celebración del Sevilla salían por la tele y lo que se oía eran ¡47 mil tíos cantando el himno del Atleti! Y seguían y seguían sin abandonar el campo. Como decía el Sabina, atlético de pro: "La carne de gallina me pone en el corazón".»

miércoles, 12 de mayo de 2010

¿Cuál te parece la mejor ventaja de ser rico?

«Poder decir que no tienes dinero. Por ejemplo, yo iba y le proponía hacer algo a una compañera de clase. Entonces ella me decía: "No puedo. No tengo dinero". Yo, en cambio, hubiera sido incapaz de decir lo mismo. Si yo decía "No tengo dinero", era porque no lo tenía. ¡Patético! Igual que una chica guapa puede decir: "Hoy me veo tan horrorosa que no me apetece salir". Eso mismo, en boca de una chica fea, da risa.»


Haruki Murakami, Tokio Blues

miércoles, 21 de abril de 2010

Robotech: artículo en la revista Mundo Diners (Ecuador)

Va como un pequeño homenaje a Carl Macek, el padre de la criatura, que murió el sábado pasado a los 58 años. Un artículo mío publicado en el número de noviembre de 2009 en la revista Mundo Diners, que se edita en Quito. Las imágenes se pueden ver en tamaño grande haciendo click sobre ellas.



miércoles, 24 de marzo de 2010

Premio fotográfico

Mi amigo Feliciano Tisera ha sido galardonado hace pocos días con el primer premio en el concurso fotográfico “IntegrACTÚA con arte a favor de la inclusión social”. Su trabajo, titulado Historias de integración, incluye imágenes de personas de distintos orígenes y nacionalidades que han decido venir a España y construir su vida aquí. Esta es solo una pequeña muestra:




Todas las fotos se pueden ver haciendo click aquí. Mis felicitaciones para Feli y su trabajo.

martes, 16 de marzo de 2010

Conversación con un oculista español que pertenece a algún grupo que habla un idioma extraño

-¿Qué dice? -pregunté, señalando el papel que el hombre me había extendido.
-Que necesitas gafas.
-Ajá. Pero -volví a señalar- ¿acá qué dice?
-Que necesitas gafas.
-Ah... pero acá no dice eso.
-Sí, que necesitas gafas.
-Acá, esta palabra, ¿acá dice "que necesitas gafas"?
-Nosotros lo decimos así.

martes, 9 de marzo de 2010

La mejor escena de El secreto de sus ojos

Me puso muy contento, a qué negarlo, el Oscar para El secreto de sus ojos. Sobre todo por el reconocimiento para un tipo como Campanella, hacedor de productos magníficos, y por el impulso que le puede dar al cine argentino. Por eso, acá va el pequeño homenaje de este blog para la peli: una escena que seguro está entre las mejores que ha producido nuestro cine. Fue lo que más me impactó cuando la vi en el cine, de lo que más hablé después, y ahora la vuelvo a ver y me vuelve a parece fascinante. Una sola toma que comienza con una panorámica del estadio de Huracán, lo sobrevuela (con toda "la magia del fútbol" incorporada), luego va a la tribuna y se transforma en el plano subjetivo de cualquier hincha, arrastrado por la avalancha en el festejo del gol, y termina recorriendo los pasillos del Ducó en la persecución del asesino. Brillante. Me saco el sombrero.

lunes, 22 de febrero de 2010

¿Por qué me llamas Calvin?

Es increíble como una frase dicha al pasar, algo que uno dice y olvida casi instantáneamente, puede convertirse en una señal, una característica, el símbolo con el que los demás te recuerden.

HACE UNOS DÍAS ESTUVE cenando con un grupo de gente con el que había coincidido en otra cena, un par de meses atrás. La charla, en su largo primer tramo, discurrió sobre cuestiones culinarias. A los españoles les gusta muchísimo, les encanta, les fascina, hablar de cocina. Pasan horas y horas hablando de cocina, de cómo se prepara esto o aquello, de dónde es más rico el jamón, del secreto para que tal o cual plato tenga ese sabor... A mí, en cambio, el tema me aburre muchísimo. No me gusta, no me interesa, sólo pienso en comida cuando me agarra hambre, y después de comer me olvido del tema hasta que vuelve a darme hambre. Por eso, en esas reuniones me paso gran parte del tiempo callado y sin participar, porque no tengo nada que decir, ni tampoco me interesa decir nada.

Eso pasó el otro día durante un rato largo. Después el tema derivó en otros, y alguien comentó que, en una fiesta en la que había estado días atrás, habían jugado a una versión virtual, youtubesca, del "dígalo con mímica" (conocido aquí como "el juego de las películas"). Consistía en lo siguiente: alguien tomaba una computadora, ponía en YouTube un fragmento de alguna película (imagen sin sonido o audio sin imagen) y los demás debían acertar de qué película se trataba. Uno de ellos se propuso para poner películas, y así lo hizo con unas cuantas, hasta que ofreció que otra persona tomara la posta. Lo hice yo. Entonces alguien me dijo:

-¿Vas a poner Regreso al futuro?

Miré sorprendidísimo. Volver al futuro es una de mis películas fetiche, soy fan de Volver al futuro, cualquier persona que me conoce un poco lo sabe, pero ellos no me conocen. ¿Cómo sabían, por qué dijeron eso?

LO PREGUNTÉ Y ALGUIEN me lo explicó. En aquella otra cena, la de dos meses antes, la conversación había versado durante largo rato sobre un viaje a Nueva York que una pareja había hecho. Y, entre otras tantas cosas, de marcas, y por algún motivo nombraron a Calvin Klein. En ese momento yo compartí uno de esos datos por lo general completamente inútiles que uno suele acumular: que en la década del 80 esa marca debía ser muy poco conocida en España, porque cuando, en Volver al futuro, Marty McFly viaja al pasado, a 1955, su madre, Lorraine, lo llama "Calvin Klein", ya que cree que él ese llama así porque eso dicen sus calzoncillos; pero en el doblaje español de la película no lo llaman con ese nombre, sino con otro, que yo no recordaba.

Yo me olvidé enseguida de lo que había dicho, pero ellos no. Ellos no guardaban ningún recuerdo de esa escena, y que les soltara esa referencia hizo que me vieran como un friki.

¿SOY UN FRIKI? NO SÉ. Pero ayer estaban poniendo Volver al futuro en Cuatro y vi por enésima vez el final. Busqué en internet y supe, otra vez, que los dobladores españoles decidieron que Lorraine llamara a Marty "Levi Strauss". Y que no hablaran de 88 millas sino de 140 kilómetros por hora. Y que Biff, en el final, cuando aparece como el tonto que le limpia el auto a George, usa un equipito de gimnasia Adidas, al contrario que el canchero de Marty, que lleva Nike (una versión ochentosa y deportiva del famoso anuncio PC vs. Mac). Y recordé que no es bueno tener mucha información sobre el futuro, pero que todos miramos al tipo o la mujer del tiempo -precisamente- para saber si conviene salir con paraguas (o con chaleco antibalas). Y que adonde vamos no necesitamos... carreteras.

domingo, 21 de febrero de 2010

El Caballero sigue andando

A Cervantes no debió hacerle mucha gracia tener que matar a Don Quijote en el final del libro. Lo hizo -dicen- previendo que a quien no le quedaba mucho de vida era a él mismo (se murió al año siguiente de publicar la segunda parte), para evitar que a algún otro Avellaneda se le diera por continuar sus andanzas.

Yo, a diferencia del genial manco, no tengo ninguna necesidad de matar a mi Caballero. Es verdad que lo tengo un poco abandonado, poco actualizado, como si le prestara poca atención. El nacimiento de unabirome, mi nuevo blog, parece relegarlo aún más. Pero no es la idea. Más de uno de mis escasos lectores me dijo: "Espero que no dejes el otro"; tranquilos, no lo dejo. Este Caballero está tan vivo como siempre.

Es cierto, como decía, que lo tengo un poquito abandonado. Pero a peores ha sobrevivido este espacio, y no es momento de aflojar. Me viene acompañando desde hace casi cinco años, a mi lado mientras cursaba la maestría de Clarín, cuando trabajé en la redacción .com del "gran diario", cuando decidí hacer las valijas y cruzar el charco y en todas mis desventuras en este lado del mundo. Mucha agua bajo el puente, e inundando el puente, y hasta el cuello. Pero apretó y no ahorcó. Y lo que no mata, engorda.

Así que aquí vamos. La idea de unabirome es ser un sitio más "profesional", por llamarlo de algún modo, con artículos a los que les dedico un tiempo y un cuidado especiales, publicados con una frecuencia determinada, y aspira a convertirse en un espacio al que, cada tanto, a la gente que gusta de la literatura, los libros y de cada tanto reflexionar un poco, se le dé por entrar, picada por la curiosidad y el interrogante: ¿qué habrá puesto este flaco hoy...?

Este Caballero, en tanto, que tantas veces se preguntó qué era, qué quería ser, seguirá siendo lo que viene siendo: una página en la que narro algunas vivencias y difundo curiosidades que veo por ahí, de modo personal, informal, seguro que sólo interesante para mis amigos y las personas que me quieren, y en el que cada tanto se me escapa -casi siempre por error- alguna perlita a la que vale la pena (para mí, al menos) volver.

Encantado de seguir con ustedes, hasta cualquier momento.

jueves, 28 de enero de 2010

Adiós, maestro

Ensañada con tantas personas relevantes, la muerte les llega hasta a quienes creíamos que nunca alcanzaría. Jerome David Salinger dejó de existir ayer en su casa de Cornish, New Hampshire.

Autor de cuatro libros publicados y quién sabe cuántas páginas inéditas, es uno de mis escritores fetiche. Sus Nueve cuentos es uno de los pocos libros que, sin duda, y perdonen por la falta de originalidad, me llevaría a una isla desierta.

Hace poco más de un año escribí un artículo acerca del 90º cumpleaños del escritor. Me autocito:

No cuesta nada imaginar un escenario: el día siguiente a aquel en que los medios anuncien la muerte de J. D. Salinger, sus hijos y demás herederos salen a decirle al mundo que hay cientos, miles de páginas inéditas para publicar, para beneplácito de lectores, editores y sus propias cuentas bancarias. Aunque tampoco es difícil imaginar que Salinger queme o haya quemado todos sus papeles (y a él sí que no lo vemos dejándole el encargo a un Max Brod complaciente). Y tampoco se puede descartar que en realidad no haya escrito nada más. Porque no le diera la gana, a lo Juan Rulfo.

Adiós, maestro.

jueves, 21 de enero de 2010

Teína, recuperada

Donde decía .com, poné .org

Hace un año veía la luz el Nº 20 de la Revista Teína. Se publicaban allí, entre otras cosas, dos entrevistas mías: a Rodrigo Fresán y a Sergio Chejfec. Enseguida nos poníamos a trabajar en la Teína 21, planificada para abril de 2009. Yo había de entrevistar a Patricio Pron y escribir reseñas de un libro suyo y de un par de Sergio Bizzio...

Sin embargo, diversos problemas dijeron presente en la vida de los hacedores de la revista. Embarazos, desempleo, falta de dinero y otra clase de vicisitudes nos generaron primero una demora y luego, con los meses, cayéndose por su propio peso, la decisión de parar. Por ahora, dijimos. Aunque de entrada se intuía que era uno de esos por ahora que en realidad huelen a un para siempre demasiado doloroso para ser tolerado.

Y lo peor, hasta hace poco, no era eso. Lo peor era que los links se habían roto. Es decir, que Teína ya no estaba. Cuestiones cuyos pormenores desconozco y/o no interesan hicieron que la revista perdiera el host y que después apareciera uno de los infaltables cuervos -que los hay en para todos los aspectos y en cada rincón de este mundo- y comprara el dominio www.revistateina.com. Ni nos gastamos en averiguarlo más tarde, pero seguro que nos lo habría querido vender por bastante más dinero que el que él invirtió. A eso le llaman capitalismo.

De manera que había que hacer algo. Así que allí fuimos. Como dice la introducción de este post, hay que cambiar .com por .org. Sin dudas, esta terminación se adecúa mucho más que la primera a un producto hecho a pulmón, por el que nadie ganó nunca un centavo y que intentó desarrollar durante siete años y veinte números un producto de calidad. Y ahora allí estamos. En www.revistateina.org.

Como siempre, están todos invitados.

lunes, 4 de enero de 2010

2010

Cada vez que se termina un año, uno tiende a hacer balances, recuentos, a calcular saldos, a pensar si el año fue bueno o regular o malo, a preguntarse por qué hizo lo que hizo y no aquello que quería hacer... Es un poco inevitable; lo que sí es evitable es estresarse o angustiarse o deprimirse por sentir que el resultado es negativo.

Lo bueno es que inmediatamente después de terminarse un año viene otro. Y viene nuevito, inmaculado, con todos los días listos para ser vividos. Como un cuaderno en blanco, que uno abre y se aplica en comenzar con letra redonda y prolija. Cuando yo voy a empezar a escribir en un espacio así, lo que suelo hacer es pasar antes la birome por un papel borrador, para que no manche, para que las virutas de tinta seca que quedan pegadas en el extremo no generen que el trazo comience más gordo de lo normal, o que me deje una cantidad excesiva de tinta que luego pedirá a gritos ser desparramada por una mano torpe.

Esa es la principal diferencia entre la literatura y la vida: que en esta última no tenemos borradores. Pero bueno, ahí está la gracia. Que la vida no es un libro de esos caros, de tapas duras, impresos por megagrupos editoriales y con sobrecubiertas en colores brillantes, sino un cuadernito de esos que se doblan a la mitad y se meten en el bolsillo interior de cualquier campera, en los que se puede tachar sin culpa, de los que se llevan y se traen, se ajan, se gastan... pero en los que siempre hay un resquicio donde agregar una anotación más. Cada tanto la letra nos sale redonda y prolija en el trasiego de la escritura. Y en esos momentos somos plenamente felices.

A vivir, amigos y amigas, que son 48 hojas rayadas...