lunes, 30 de marzo de 2009

Bibliotecas

El escritor Sergio Chejfec, en la entrevista que le hice hace poco, me dijo en un momento que uno de sus anhelos es que sus libros "se incorporen a bibliotecas, en el más amplio sentido de la palabra: bibliotecas mentales, bibliotecas físicas, bibliotecas virtuales". En otro momento también hablamos de los lectores, sobre la dificultad de cuantificarlos, y él hizo una referencia a que se pueden tener muchos lectores pero no tantos compradores de libros: los lectores de bibliotecas públicas.

Realmente, una de las mejores cosas de vivir en España es el acceso a las bibliotecas públicas. Hasta ahora había disfrutado muchísimo de las de Madrid, donde hay dos redes enormes, una correspondiente al Ayuntamiento (es decir, la ciudad, el municipio de Madrid) y otra a la Comunidad (que equivale a decir la provincia de Madrid).

Pero hace unos días estuve en Valladolid y me fui a hacer socio de la biblioteca pública de esa ciudad (la que aparece en la foto). Es gigantesca, completísima, están todas las novedades... En el momento, y sólo presentando mi DNI (necesitaba un juego de fotocopias, pero las hice allí mismo, dentro de la biblioteca) y completando un pequeño formulario, ya tuve mi carnet y pude llevarme en ese momento 5 (cinco) libros. ¡Cinco! Y hubiera podido llevarme también tres películas... Todo gratis, por supuesto, sin pagar un peso.

Unos pocos días después chateaba con una chica que vive en La Plata, y me contaba que quería leer el Werther, de Goethe, y de las dificultades para asociarse a una biblioteca pública. Le piden, para asociarse, además del documento, una factura de un impuesto cuya dirección coincida con la que figura en su DNI (cosa que, sabemos, no siempre pasa y no siempre es fácil que pase), y si no tenés un impuesto porque resulta que estás alquilando y los impuestos figuran a nombre del propietario, te piden el contrato de alquiler... que esta chica no tiene porque le alquila la casa a alguien de confianza, sin contrato de por medio.

No estoy diciendo que en Argentina debería pasar a ser de un día para otro como aquí. La implementación de cambios drásticos siempre lleva su tiempo. Pero al menos sí no hacerlo tan complicado... Cuando cuento aquí las exigencias y requisitos que reclaman nuestras bibliotecas públicas allá, la gente no lo puede creer. Como si querer leer fuese un pecado o un delito (y de nuevo pienso en Fahrenheit 451)...

sábado, 28 de marzo de 2009

Akinator, el Genio de la Web

Recibo uno de esos mails a los que habitualmente uno no les da mucha bola. Una especie de cadena reenviada o algo así. Lo bueno de este era que tenía un texto muy breve. "Tenés que hacer click en la dirección que está abajo. Jugá pensando en un famoso, te lo adivina. Está muy bueno". Entonces hice click en el enlace.

Pensé en un famoso y, después de unas cuantas preguntas, unas 10 ó 12, para mi enorme sorpresa, el genio descubrió que había pensado en Brad Pitt. En realidad, primero pensé en Benjamin Button, no sé bien por qué, pero se me ocurrió que sería demasiado difícil un personaje de ficción.

Bueno, dije, haré otra prueba. Pensé en un futbolista. Uno que sea famoso, pero no tanto. Se repitió el proceso, luego de no más de una docena de preguntas, supo que había pensado en Andrés D'Alessandro. Y luego lo repitió con Charles Barkley, con Susana Giménez, con Mariano Rajoy... Hasta que finalmente elegí uno que no supo acertar: el escritor argentino Sergio Bizzio.

No es infalible, por supuesto, pero es muy bueno. Y es realmente sorprendente lo bien que puede deducir personajes a partir de unos pocos datos y del siempre útil método del descarte. Pruébenlo aquí y después me cuentan.

martes, 17 de marzo de 2009

Incluso su olor es distinto

1

Hace unos pocos días leí Fahrenheit 451, el clásico de Ray Bradbury que narra una historia situada en una sociedad futura en la cual está prohibido leer libros (más aún: tener libros) y la tarea de los bomberos es quemarlos.

El mismo día en que leí las páginas finales de la novela, estuve en la presentación de un libro, en una librería madrileña. Tras la velada, el autor del libro, los dos escritores que lo presentaron, gente de la editorial en cuestión y algunas personas más nos fuimos a tomar algo a un bar cercano. Era una mesa de lo más latinoamericana: un ecuatoriano, un colombiano, un peruano, una boliviana, una mexicana, ¡tres argentinos! (uno de Rosario, uno de Comodoro Rivadavia y yo, de Florencio Varela) y un español que vivió 4 años y medio en Buenos Aires y a quien el acento se le pegó tanto que los españoles lo confunden con un argentino y no le creen que sea uno de los suyos.

2

Lo que me motiva a escribir este post es algo que me enteré durante esa charla. Algo que quizá, pensándolo ahora, es casi fácil de deducir. Pero sigue resultándome difícil de creer. El asunto es el siguiente:

¿Qué hacen las editoriales con los remanentes de libros que no se venden y que no van a parar a las mesas de saldos? Los destruyen. Así de claro, así de duro. ¿Por qué no van a parar a mesas de saldos? Porque hay ciertas editoriales que consideran que su marca se desprestigia si sus ejemplares aparecen en oferta, como en un puesto de feria. Es una lógica parecida a aquella por la cual las grandes marcas de moda se sienten perjudicadas por las copias truchas: no porque la gente que siempre eligió esa marca vaya a dejar de comprar el producto original para comprar la copia en el chino, sino porque cualquier perejil que va al chino puede lucir la marca (aunque sea apócrifa, la luce), y eso la desprestigia. ¿Por qué no los donan a organizaciones, centros culturales, países pobres, etc.? Supongo que por algo parecido...

Al cumplirse el primer año de la publicación, el autor recibe una carta de la editorial en la que ésta le informa el número de ejemplares vendidos de su obra. El segundo año, igual. El tercero, lo mismo, pero se le avisa que la empresa procederá a destruir casi todo el remanente. No todo, para no perder los derechos sobre la obra (que sigan siendo suyos hasta que la edición no se agote).

Hace años leí este artículo de Beatriz Sarlo. Esta pensadora se queja de que los libros, salvo que sean best sellers, muy promocionados por los suplementos culturales o clásicos, se pierden cada vez más rápida y masivamente. Pone como ejemplo una novela de Sergio Chejfec. Allí dice que es una lógica que rige en general el mercado editorial en todo el mundo y que había llegado no tanto tiempo atrás a la Argentina.

Que las editoriales destruyan libros me genera la misma sensación que cuando los productores de alimentos los tiran a la basura para evitar la caída de los precios. Es una verdadera tragedia.

3

Escribió Bradbury en Fahrenheit 451 (publicada en 1953):

«Aquel pequeño movimiento, el calor blanco y rojo, un fuego extraño porque para él significaba algo distinto. No estaba quemando. ¡Estaba calentando! Montag vio muchas manos alargadas hacia su calor, manos sin brazos, ocultos en la oscuridad. Sobre las manos, rostros inmóviles que parecían oscilar con el variable resplandor de las llamas. Montag no había supuesto que el fuego pudiese tener aquel aspecto. Jamás se le había ocurrido que podía dar lo mismo que quitaba. Incluso su olor era distinto.»

lunes, 16 de marzo de 2009

Sólo cuentos

Mañana martes, la Edulp presentará su colección de libros "Sólo Cuentos", que incluye cuatro títulos de jóvenes autores argentinos: Mariana Arias, Juan José Burzi, Marina Porcelli y Pablo Vinci.

La presentación se realizará en la sala Solidaridad del Centro Cultural de la Cooperación (Corrientes 1543) a las 19 horas, y estará presente el escritor Jorge Paolantonio.

La Edulp (Editorial de la Universidad de La Plata) fue la que publicó mi libro Támesis y Otros Cuentos.

martes, 10 de marzo de 2009

Escuela Rodolfo Walsh, en Florencio Varela

Me escribe un mail Guillermo Daniel Ñáñez, director de Derechos Humanos de la Municipalidad de Florencio Varela. Me cuenta que dentro de un par de semanas, el 24 de marzo (feriado en Argentina en recuerdo del último golpe de Estado, comienzo de la dictadura más sangrienta de nuestra historia), se realizará un acto oficial por el cual la Escuela Técnica 2 de ese distrito pasará a llamarse Rodolfo Walsh.

Lo terrible es que la escuela es conocida popularmente como "Técnica 2" o "El Chaparral", pero su nombre oficial fue hasta ahora nada menos que Pedro Eugenio Aramburu, uno de los más tristemente célebres militares de nuestro siglo XX. Aramburu fue uno de los principales responsables del derrocamiento del gobierno constitucional de Juan Domingo Perón en 1955 y de la posterior represión, incluidos los fusilamientos de José León Suárez de junio del 56, retratados precisamente por Walsh en Operación Masacre.

El aviso de Ñáñez me llevó a buscar un poquito en internet sobre este tema, y descubrir que ya se venía hablando del tema desde hace tiempo. Que los estudiantes habían votado ya hace años para modificar el nombre de la escuela y quitarle esa mancha de nacimiento (el instituto fue creado en 1981, plena dictadura), y que el 82 por ciento eligió el nombre de Walsh. Por eso, me parece algo para celebrar que por fin la escuela pueda tener un nombre del cual enorgullecerse y no avergonzarse, como sin duda sucedía hasta ahora.

Y que, además, la Dirección General de Cultura y Educación de la Provincia prohibió que las escuelas tengan el nombre de militares o de integrantes de dictaduras militares. Otra buena noticia.

Un dato más, que encontré en el blog de la Juventud de la CTA: en Google Video se puede ver completa la película La noche de los lápices. (De ese blog está tomada la foto que ilustra este post.)

lunes, 9 de marzo de 2009

Un triunfo de los buenos, después de tanto tiempo

Los hinchas de River venimos tan pero tan golpeados, que un partido de ayer nos hace sentir pletóricos de felicidad. Bueno, es lo que me pasa a mí, pero supongo que miles de hinchas comparten la sensación y el sentimiento. Y por eso escribo sobre eso acá en el blog, donde hacía mucho que no ponía nada...

Y es que ¿cuándo había sido la última vez que ganamos un partido así, sobreponiéndonos a la adversidad, perdiendo y con un hombre menos, y con lesionados y sin cambios para hacer, con huevos y fútbol en iguales proporciones? Yo no lo recuerdo, sinceramente.

Por eso, y por la esperanza que genera ver cómo jugaron ayer tipos como Falcao, Fabbiani, Gallardo y Gerlo (cada uno con lo que le toca y le corresponde), los hinchas de River estamos contentos. Por saber que terminamos jugando con Augusto de 4 y Ferrari de 3, con Ahumada acompañando a Cabral en la zaga, con Falcao y Gallardo de ¡doble cinco! y con Fabbiani y Gerlo en un gamba aguantando arriba, y jugando bien, con personalidad... Es decir, después de mucho tiempo, diciendo (con la actitud dentro de la cancha y no con palabras): Somos River, carajo, podemos ganar, empatar o perder, pero las derrotas se venden caras...

PD: Lo vengo diciendo desde hace rato: Archubi es uno de los tres peores jugadores de la historia de River (y no sé quiénes son los otros dos).

viernes, 6 de marzo de 2009

¿Sabías que...?

Este video muestra en menos de 5 minutos algunos datos objetivos de la realidad y algunas previsiones para los próximos años. Están relacionados con la tecnología, con los avances de la informática, con el aumento de la población, etc., etc., y la verdad es que algunos de ellos asustan. Por ejemplo, la predicción de que para 2049 existirá una computadora que costará 1.000 dólares y que podrá procesar más información que la que posee toda la humanidad en su conjunto. ¿Exageración? Quién sabe.

El formato de la presentación se basa en la pregunta "Did you know?", lo que en castellano sería la típica "¿Sabías que...?". Está en inglés, pero son sólo textos; con un conocimiento básico y algunas consultas al diccionario, se entiende todo.


jueves, 5 de marzo de 2009

"No, yo soy de ellos", o Usos y desusos del saludo

1

El saludo es una convención, eso está claro. Dicen que todavía los hombres nos seguimos estrechando la derecha (chocando los cinco, en versión piola argentina pasada de moda) porque antiguamente así se demostraban los varones al encontrarse que no portaban armas, es decir, que llegaban en son de paz. Pero no deja de ser un caso de análisis el hecho de a quiénes saludamos y a quiénes no.

El saber popular dice que "el saludo no se le niega a nadie", al igual que un vaso de agua y algunas mujeres, y que uno de los mayores gestos de desprecio contra alguien es "retirarle el saludo". Sin embargo, recuerdo una conversación con un grupo de amigos, hace varios años, en la que surgió el tema del saludo. ¿Por qué, por ejemplo, en la Argentina no saludamos al chofer del colectivo antes de informarle el valor del boleto que queremos sacar? ¿Por qué tampoco le decimos hola al empleado de una tienda cuando entramos a mirar? En Madrid, a pesar de que la gente es más seca, sí existe la costumbre de saludar en casos así.

En aquella conversación con amigos yo mencioné a alguien, un conocido común mío y de mi amigo Octavio, uno de mis interlocutores. Dije: "Fulano es alguien que siempre saluda al chofer del colectivo". Octavio me respondió: "Lo de Fulano es exagerado. Yo lo vi quedarse hablando diez minutos con el colectivero..."

¿Cuándo se empieza a saludar al vecino a quien se ve todos los días en la puerta de su casa cuando uno va a trabajar? ¿Y al guardia del metro, que está todos los días muerto de aburrimiento en la estación y que incluso nos cruzamos a veces en el bar del barrio? ¿Corresponde dejar de saludar a la vieja de abajo que nos acusa, injustamente, de hacer ruidos molestos excesivos (como aquel Mr. Heckles de la primera temporada de Friends)?

2

Lo que me motiva a preguntarme todo esto fue algo que presencié ayer.

Llegamos a la canchita donde jugamos al fóbal. Estaba jugando todavía el grupo anterior, y el único que estaba sentado fuera del campo era un muchacho gordito, todavía sudado, con pinta de haber salido recién. Como yo y los chicos que venían conmigo fuimos los primeros en llegar, lo identificamos como "del grupo anterior".

Enseguida llegó más gente, gente que no conocía a todos los que estábamos allí. Nos fueron saludando uno a uno, uno de ellos diciendo su nombre a modo de presentación, hasta que llegaron, siguiendo la hilera de personas, hasta donde estaba el gordito del grupo anterior. Entonces, cuando uno de ellos le extendió la mano, el otro le respondió: "No, yo soy de ellos", y señaló a los que aún corrían detrás del cuero viejo (como diría mi madre). Y la mano derecha de quien la había estirado quedó flotando en el aire una fracción de segundo, hasta que su dueño la retrajo.

¿Por qué negar el saludo así, de un modo tan cortante? ¿Qué diferencia hay entre la relación entre esas dos personas y, por ejemplo, la mía con ese chico que me saludó y me dijo su nombre para que yo lo olvidara casi de inmediato y a quien tal vez hoy podría cruzarme por la calle y no reconocerlo?

Y sin embargo, en ese momento no pareció algo raro. Pasó, simplemente, como algo que tenía que pasar. Como subirse al colectivo y decirle al chofer, sin mirarlo y casi con desdén: "uno treinta y cinco".

miércoles, 4 de marzo de 2009

América

Odio que llamen América a Estados Unidos. Es decir, que se usen ambas expresiones como sinónimos, cuando no lo son.

Los estadounidenses se creen que sólo ellos son América, y de hecho así llaman a su país. Pero América es un continente que incluye a otros 31 estados independientes (al menos en teoría), cuyos habitantes son tan americanos como los de EE. UU. Y me jode muchísimo que se use el gentilicio americano para referirse a los estadounidenses.

Y me jode aún más cuando quienes lo hacen son españoles, que fueron los "dueños" de gran parte de América durante siglos; gran parte de América que no incluía esa parte que hoy es la única que ellos llaman, precisamente, América. Y la mayoría de los españoles lo hace...

Y me duele que me inviten a una causa en Facebook que haga referencia a este asunto, que se titula "América es un continente, no un país"... pero en inglés: "America is a continent, not a single country". Bueno, creo que se debe a que fue creado por dos estadounidenses, precisamente. Pero, en fin, quizá sirva para algo. Con que alguna persona que nunca había pensado en el tema vea esa causa y lo medite durante unos segundos, creo que algún sentido tiene.

Me recuerda aquel lamento de Cortázar por que el éxito mundial de los autores latinoamericanos en la década del 60 fuera denominado con una palabra inglesa: boom...

martes, 3 de marzo de 2009

Benjamin Button

Allá donde esté, Francis Scott Fitzgerald debe estar muy feliz con la película El curioso caso de Benjamin Button, aunque la trama del filme no tenga mucho que ver con la de su cuento y esta "versión libre" mantenga apenas la idea de un hombre cuya vida transcurre hacia atrás.

Si las películas basadas en una obra literaria suelen decepcionar un poco a quien la ha leído, en este caso es todo lo contrario. Al menos es lo que me ocurrió a mí. Leí el cuento hace algunos días; está publicado en internet (aquí) y, como no es demasiado largo, se lo puede leer sin problemas. Me gustó mucho. Pero claro, por estilo y estructura, era evidente que no se podía hacer una película basada totalmente en ese relato. La historia que narra la película está inspirada en el personaje del cuento y retoma algunas características de su vida, pero la película va mucho más allá. Y por eso se transforma en inolvidable.

Escribió el bueno de Scott: "Me inspiró el cuento un comentario de Mark Twain: era una lástima que el mejor tramo de nuestra vida estuviera al principio y el peor al final. He intentado demostrar su tesis, haciendo un experimento con un hombre inserto en un ambiente absolutamente normal. Semanas después de terminar el relato, descubrí un argumento casi idéntico en los cuadernos de Samuel Butler".

No leí los cuadernos de Samuel Butler, pero sí sabía de una idea parecida que circula por ahí bajo el título de "La vida según Quino". No está mal:

«Pienso que la forma en que la vida fluye está mal. Debería ser al revés: uno debería morir primero para salir de eso de una vez.

Luego, vivir en un asilo de ancianos hasta que te saquen cuando ya no eres tan viejo para estar ahí.

Entonces empiezas a trabajar, trabajar por cuarenta años hasta que eres lo suficientemente joven para disfrutar de tu jubilación.

Luego fiestas, parrandas, alcohol. Diversión, amantes, novios, novias, todo, hasta que estés listo para entrar a la secundaria…

Después pasas a la primaria y eres un niño o una niña que se la pasa jugando sin responsabiliddes de ningún tipo…

Luego pasas a ser un bebé, y vas de nuevo al vientre materno, y ahí pasas los mejores y últimos 9 meses de tu vida flotando en un líquido tibio, hasta que tu vida se apaga en un tremendo orgasmo…

¡¡¡ESO SÍ ES VIDA!!!»