jueves, 26 de agosto de 2010

Una ciudad muy literaria

Lisboa es una ciudad muy literaria. Había escuchado decir eso y este fin de semana pude comprobarlo en persona. Muchas de sus principales plazas están dedicadas a sus escritores, sobre todo a nombres como Luís de Camões, Eça de Queirós y Fernando Pessoa. Uno de los puntos más visitados por los turistas es el café A Brasileira, en el centro de la ciudad, sitio del que Pessoa era habitué; en la terraza hay una estatua del escritor sentado a una mesa y con un asiento al lado, listo para que los turistas nos saquemos la obvia pero no menos inevitable foto.


Ocupa pocos espacios públicos, sin embargo, José Saramago. El único Nobel de Literatura en lengua portuguesa parece ser mucho más reconocido y celebrado en España que en su país natal, quizás porque pasó las últimas dos décadas de su vida en la isla de Lanzarote (Canarias), desde que tuvo problemas con el gobierno portugués en 1991 por la publicación de El evangelio según Jesucristo. Su viuda, la española Pilar del Río, declaró recientemente en una entrevista que nunca le permitió a su marido tramitar la nacionalidad española "porque es un símbolo de Portugal y tenía que ser portugués 100%", pero hay que ver si los portugueses lo consideran así...

No vi en las librerías por las que anduve demasiados autores argentinos, aunque uno de ellos, también muerto hace poco, está en los escaparates más comerciales: Tomás Eloy Martínez. Su novela El cantor de tango (O cantor de tango en la edición portuguesa), de reciente aparición allí, cuesta € 9,90.

miércoles, 25 de agosto de 2010

This is the Barrio Alto

Todos los taxis en Lisboa son Mercedes Benz.

Nos tomamos uno y le pedimos que nos llevara al Barrio Alto. Habíamos estado un poco perdidos; nos tomamos el autobús 28, como creímos que nos habían indicado, pero nos estaba alejando del lugar adonde teníamos que ir. Así que nos bajamos y decidimos hacer la fácil: que un taxi nos deje en la puerta del hotel.

"This is the Bairro Alto", señaló el taxista luego de unos minutos, luego de comprobar que la comunicación español-portugués no era tan fluida como quizá había pensado. "It's very old", añadió varias veces.

El hotel está en la calle Dr. Luis de Almeida e Albuquerque. El problema fue no buscarlo antes en Google Maps y confiar en que llegar sería fácil. Pero la calle tiene sólo unos cien metros de longitud, no aparecía en los planos de la ciudad que nos dieron en el aeropuerto, el taxista no la conocía, la gente de la zona a la que le preguntamos tampoco... Por suerte teníamos algunas referencias: estaba cerca de las calles Calçada do Combro y Santa Catarina. Así, finalmente, encontrar la rua no nos costó tanto.

El que nos dejaba al lado era el eléctrico 28, que no era el autobús sino el tranvía. Eso lo aprendimos después, claro. Como siempre pasa cuando se visita una ciudad desconocida, al principio hay que perderse para después empezar a encontrarse.