martes, 1 de noviembre de 2005

La verdad de Olivera, o "La venganza es un manjar que se come frío" (por Daniel Bravo)


El domingo, en el programa de Grondona (además del papelón de Olga Wornat) hablaron del caso Olivera.
Repaso: el secretario de Deportes porteño Diego Bravo denunció 5 días que Enrique Olivera, candidato por el ARI de Carrió, tenía una cuenta no declarada en Suiza. Hubo un aprovechamiento brutal de la denuncia: la mencionó el propio Kirchner en algunas entrevistas. Resultado: el ARI perdió en Capital por aproximadamente 9 puntos de diferencia.
Sólo 4 días después, Olivera presentó los papeles que certifican que la tal cuenta no existe. [Ver nota en La Nación.] Pero obviamente el daño ya estaba hecho.
(En una encuesta de LaNación.com, el 62 por ciento opinó que la falsa denuncia "perjudicó a Carrió"; un 18 por ciento creyó que "en parte", y casi un 20 que "no".)
El domingo Grondona habló con Bravo. Más allá de las declaraciones de casete, lo interesante vino cuando los panelistas le dijeron a Bravo que les extrañaba su actitud dado "la relación de admiración y respeto" que Carrió había tenido con su padre, el dirigente socialista Alfredo Bravo. El funcionario porteño dijo que prefería "no opinar" al respecto, porque la relación de Carrió y su padre era "algo muy personal".

Unos días antes, el Caballero de la Triste Figura se había enterado -a través de una fuente muy cercana a la Casa Rosada- de que todo había sido una movida de Daniel Bravo para cagar a Carrió, porque parece que Lilita se había mandado una muy fea a don Alfredo en las últimas elecciones presidenciales (en las que ambos fueron candidatos). Al parecer, Daniel se la tenía jurada a la gorda. Y vaya si se la mandó a guardar esta vez.
Una cosa es cierta: si Alfredo Bravo representaba una serie de valores relacionados con la nobleza y la bonhomía, su hijo acaba de enterrarse -al menos para quienes ejercitamos la memoria- en un lodo del que no podrá nunca despegarse.

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