domingo, 20 de noviembre de 2005

Gracias por la melancolía


Casablanca es -quizá junto con el Xanadú de El ciudadano, o el Bedford Falls de Qué bello es vivir, o el Nefud de Lawrence de Arabia- el único lugar en la historia del cine al que se puede volver con plena confianza de no ser desilusionado.
Casablanca siempre es superior al recuerdo de Casablanca; sus blancos y sus negros producen la más disfrutable de las psicosis. Así, el que se sepa exactamente lo que va a suceder no impide la sorpresa incrédula de la primera vez. Mejor todavía: se acaba siempre agradeciendo por lo que ya se sabe que va a suceder.
La historia es conocida, pero no por eso banal.
Son tres y sobra uno y ni ellos saben cómo va a terminar todo el asunto.

(Rodrigo Fresán, Trabajos manuales.)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

gracias por la eternidad, diría que ese es el misterio que nos permite la capacidad de sorpresa cada vez, no hay forma de abstrarse del eterno retorno de lo inevitable, pero si tal cosa no sucediera "siempre tendremos París"

Karina dijo...

Es exactamente así: Casablanca, como todo clásico, es un refugio. Ya sabés lo que vas a ver, sabés con qué te vas a encontrar y es justo por eso que la elegís una y otra vez: porque sabés que jamás te va a fallar.