jueves, 16 de marzo de 2006

El recital de Sabina fue a l u c i n a n t e


Haber estado hace algunas horas en el recital de Joaquín Sabina fue una experiencia fantástica. Fue un concierto a la medida de lo que esperan sus fanáticos. Ni se me ocurre tratar de escribir algo neutral o imparcial sobre el show. Sólo diré que estuvieron los clásicos (Dieguitos y Mafaldas, Noches de bodas, Y nos dieron las diez, Contigo, Con la frente marchita... y siguen las firmas), el hermoso dúo con Olga Román para Y sin embargo te quiero, canciones del último disco (Pájaros de Portugal, Resumiendo), temas cantados por sus lugartenientes Panchito Varona y Antonio García de Diego, poemas recitados por Joaquín entre canción y canción...

En el final de Y sin embargo, luego de darle lugar al auditorio para que completara el estribillo, Sabina creyó que la canción había terminado. Se llevaron la guitarra que estaba tocando y le alcanzaron otra. Pero la gente, o sea nosotros, volvimos por más: y me envenenan los besos que voy dando... Y entonces tuvieron que volver a alcanzarle la misma guitarra de antes, para que hiciera un bis más del coro. Al terminar, y luego de la ovación, dijo: "Estas son las cosas que sólo pasan en Buenos Aires..."

Es que queremos tanto a Joaquín... Tanto que el último post de Panchito Varona llegó 83 a comentarios desde que llegó a la Argentina (ninguno de los anteriores había llegado a 30).


Y según confirman algunos por allí, estaría confirmado su regreso antes de fin de año para tocar en la cancha de Boca y en algún estadio rosarino. Lo estaremos esperando, para que esa vez nadie se quede afuera...

6 comentarios:

RAEL (Mario De los Santos) dijo...

de sus fanatismos recurrente este es, por lejos, del que más cerca me siento.

y conforme pasa el tiempo, más me arrepiento de no haber asistido. pero déjeme decirle que no qué puede llegar a evitar que lo acompañe a la bombonera. sólo espero no tener que soportale demasiados comentarios adversos acerca de la "catedral".

Anónimo dijo...

Amigo Caballero, imagino que el recital ha sido todo lo bueno que usted cuenta y que frente a mis ojos habría sido tal vez mejor. No quiero decirle, por otro lado, que los reyes son los padres, pero el final de "Y sin embargo" que tanto lo sorprende a Joaquín suele "sorprenderlo" muy seguido y también "sorprende" a los que hacen tributos por estas tierras. Es una pequeña puesta en escena, pero desde la vestimenta y la escenografía habrá visto que esas cosas a Sabina le encantan.

Sergio San Juan dijo...

La primera vez que escuché e nserio a Sabina fue en la guitarra y la voz de Octavio en "una canción para la magdalena".
me emocioné. y descubrí que en sus mejores momentos es, creo, el mejor escritor de canciones de habla hispana. un artista.
ahora, octavio, los artistas suelen hacen esas trampillas simpáticas en sus presentaciones, no rompa la ilusión de los fanáticos.

Cristian Vázquez dijo...

Rael: iremos gustosos a la canchita bostera, con tal de ver a Joaquín. Prometo no hacer comentarios adversos sobre el pobre potrerito, tan poco acostumbrado a los espectáculos dignos. (Quizás el próximo fin de semana vea uno.) Lo prometo.

Sergio: como sabés, yo estuve presente aquella vez que Octavio tocó y cantó "Una canción para la Magdalena". Y aunque la conocía, fue increíblemente emotiva. Creo que nunca lo hablamos, pero de alguna manera algo marcó esa velada.

Octavio: Hace poco vi una publicidad española en la que la historia era más o menos la siguiente: un nene se despierta en mitad de la noche, se levanta y va hacia la cocina. Pero pasa por el living y ve a sus padres poniendo regalos bajo el arbolito de navidad. El nene se queda mirándolos. Entonces el padre le dice a la madre: "ya es grande, tiene que saber", y lo llama al nene. Cuando lo tiene junto a él, se agacha, le pone las manos en los hombros y le dice: "Te tenemos que decir algo".
Se saca la careta y se descubre que era el rey mago Baltasar. La madré se saca la careta y es Papá Noel. Entonces el hombre le dice:
"Los padres no existen".

Si bien yo sabía lo que les pasaba a los tributadores (¿imitadores?) de Sabina, e intuía que también le pasaba a él, me permití sorprenderme igual. Creo que es una forma más de aquello que Coleridge llamaba la "suspensión de la incredulidad". O por lo menos me gusta pensarlo así.

Anónimo dijo...

Querido Cristian, he estado en recitales de Joaquín. ¿Me imaginás en medio de la canción gritando "qué embuste, está todo preparado"? No me daba la voz, trepado a la butaca del Gran Rex, para cantar "y sin embargo cuando duermo sin ti, contigo sueño". Es una acotación, es como cuando Serrat se retira sin cantar Fiesta o Cantares, cuando termna un recital con "Me gusta todo de ti". Sabemos que no es el final, entramos en el juego y disfrutamos, por ahí sentado frente a la PC soy más exigente. O tal vez, es sólo que quiero estar en el teatro y no donde estoy ahora. Un abrazo.

Ariel dijo...

La verdad que Sabina es un de los pocos que nos demuestra y enseña que la poesia y la musica pueden ir perfectamente de la mano