jueves, 30 de noviembre de 2006

El rancio olor de la muerte

Esta mañana viajé una hora más temprano, porque sabía que tenía mucho trabajo y quería aprovechar el día. Esta mañana una amiga viajó una hora y media más tarde, porque están haciendo reformas en el edificio del Ministerio del Interior, donde ella trabaja. Por eso, y por casualidad, nos encontramos en el subte. Entonces me contó que una chica conocida de los dos, hija única de un matrimonio conocido de los dos, se suicidó ayer.

Se tiró abajo del tren, se dice habitualmente. Lo más exacto es que se arrodilló en las vías, según el relato de testigos.

El sábado, la chica había tenido su fiesta de 15 años. Demorada, porque los había cumplido en mayo.

Al parecer, no estaba triste por un novio, porque su novio estaba en el velatorio -a cajón cerrado, claro- y no podía entenderlo. Quién sabe.

Yo la conocía desde que era chiquita, desde que tenía unos 10 años, más o menos. Ahora ya no tiene nada.

En este tipo de situaciones, aparecen las mismas absurdas preguntas de siempre: ¿qué puede llevar a una chica de 15 años a suicidarse? ¿Qué le pasa por la cabeza y/o por el corazón a una chica de 15 años que tiene el valor de arrodillarse frente a un tren?

Pocos minutos después de que llegué a mi trabajo, aún conmovido, vi que Clarín.com publicó esta nota. La chica de 15 años era casi una actriz de reparto en otro drama. Casualidades.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Increíble.