martes, 21 de noviembre de 2006

Historia de amor

Qué lindas que son las historias de amor. Acabo de enterarme que este blog ha sido protagonista central de una. Este blog o lo que este blog fue en una vida anterior, cuando se llamaba "El Caballero de la Triste Figura". ¿O se sigue llamando así? En fin, que dos personas comenzaron hablándose por aquí y después lo siguieron del lado de allá, en sus propios blogs y por mail y otras esquinas del ciberespacio, y ahora son muy felices. Y lo serán más. ¡Felicitaciones para ellos! Y ténganlo en cuenta: este blog trae suerte. Comenten y luego hagan fila, que cada descosido encontrará su roto.

Ya que estamos, un adelantito. Dentro de pocos días, Clarín.com lanzará un nuevo blog: Historias.com, que se compondrá de relatos de experiencias de usuarios en relación con Internet. Anécdotas, narraciones curiosas, éxitos y fracasos... Si tenés alguna y querés contarla, escribime un mail. Yo me encargo.


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9 comentarios:

Anónimo dijo...

yo tengo una historia de esas... y necesito un cupido milagroso que le ponga final feliz, a dónde te la cuénto???

Cristian Vázquez dijo...

Si tenés ganas y tiempo, contala acá nomás. Si no, escribime un mail a cristianvazquez24@gmail.com.

Gaby dijo...

Doy fe de que este blog trae suerte...como la "chiqui" Legrand!
Abrazo!

RAEL (Mario De los Santos) dijo...

acá (el) otro que da fe de la historia contada.
"ahora son muy felices. y lo serán más".
que no le queden dudas, querido amigo.
y como dice gaby: es muy legrand lo suyo.

Cristian Vázquez dijo...

Aguanten las historias de amor, carajo, mierda.

RAEL (Mario De los Santos) dijo...

listo cristian: ahora invitanos a almorzar!!!

Anónimo dijo...

uhhhh... cuanta cursileria junta... que lastima. este blog era bastannnnnnnnnnte agradable y ´pulcro.

Anónimo dijo...

No nos olvidemos que siempre existe un punto de vista diferente, y que muchas veces compramos nuestra felicidad al precio de la infelicidad ajena. Para alguien no hay nada que festejar.

Cristian Vázquez dijo...

Lo sé, Eréndira. En este caso, me tocó estar cerca de la parte feliz. Antes de publicarlo, me aseguré de que en la Web ya los propios miembros de la parte feliz lo habían gritado a los cuatro vientos. Si no, no hubiera escrito nada.

Entiendo a la parte triste, pero como me tocó estar de ese lado (del lado de allá), me considero autorizado para celebrar una vez que estoy del otro.