miércoles, 8 de noviembre de 2006

"Mañana hay reclutamiento"

Vi la película Voces inocentes, una película de Luis Mandoki (México, 2004). Cuenta la historia de un niño y su familia en medio de la guerra civil salvadoreña, que costó la vida de 75.000 personas en los 12 años que duró.

Es muy duro verla, porque muestra de un modo directo la atrocidad de la guerra. Pero me quedo con un detalle. La familia protagonista del filme vive en un pueblo que está en un territorio que se disputan el ejército y las guerrillas. El ejército recluta -por la fuerza, claro- a los niños cuando cumplen 12 años. En un momento, para evitarlo, un espía avisa que al día siguiente se realizará un "rastrillaje". Para evitarlo, un grupo de personas se dedica a anotar en papeles, con letra manuscrita, sin más tecnología que un lápiz, el siguiente mensaje: "Mañana hay reclutamiento". Luego los distribuyen en todas las casas. Así, evitan que las tropas se lleven a sus niños.

Me recordó varias cosas (quizá lo más simpático, los pasquines que aparecen en Macondo en La mala hora), pero sobre todo una:

las notas que escribía Rodolfo Walsh ya en la dictadura, papeles mimeografiados con información acerca de lo que pasaba. Lo que no aparecía en los diarios ni en ningún otro medio. Y cerraba pidiendo (cito de memoria, o mejor dicho: escribo otro mensaje pero que diga lo mismo que aquel): "Copie este papel, reprodúzcalo, a mano, en focopias, como sea. Hágalo circular, que sus conocidos lo lean", y luego (y esto sí es tal cual): "Difunda esta información. Sienta la satisfacción moral de un acto de libertad".

Nada más que eso me quedo preguntándome. Y qué uso le damos nosotros hoy a nuestra libertad y a nuestra disponibilidad de medios. Blogs, e-mail, mensajes de texto, teléfonos celulares, fotos digitales, videos... Se los usan como herramientas positivas, pero a la vez el mundo nunca estuvo peor que ahora. Y sin embargo, siempre hoy estamos mejor que mañana. El mundo se derrumba; si al menos -como les pasaba a Humphrey Bogart e Ingrid Bergman cuando se decían estas cosas- nos enamoráramos...



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2 comentarios:

Octavio Echevarría dijo...

Querido Cristian, interesante e incisivo (¡puaj! ¡qué palabra!) tu post. Una sola cosa añadiría, mal que le pese a nuestra democracia occidental y cristiana y a nuestra moderna concepción de infancia, no siempre los niños en zona de guerrillas son reclutados por la fuerza. Es más, estudios de campo aseguran que ese tipo de reclutamiento ocurre en un porcentaje inferior a otros motivos como juego, mandato familiar, necesidad de autovalimiento, curiosidad o enamoramiento. No es que apoye este abuso de los niños, pero las razones no son siempre tan ingenuas ni las familias tan ajenas.

Anónimo dijo...

Leyendo, me vino a la mente este fragmento. Quizás no tenga mucho que ver. O quizás si. El anhelo: "si al menos nos enamoráramos".

“Ante una sociedad que no cesa de comunicarnos afectos tristes –que por cierto colaboran directamente a nuestra propia complicidad en la dominación-; ante una cultura que ambiguamente nos bombardea con que la ‘vida no vale nada’, y con que ‘ven a vivir la chispa y a gozar’; ante una sonrisa publicitaria seca y acartonada, y la oración aquella del ‘valle de lágrimas’; en fin, ante la eterna promesa de ser ‘algún día’ felices, cuando la ‘felicidad’ no es más que una inalcanzable zanahoria –colgada de un alambrito que va justo desde el cuello hasta delante de los ojos, previo paso por la nuca de cada uno de nosotros- y el amor etílico de aquel que ‘se cansó de rogarle’, unido al endless love de los encueraditos que corren a contra luz en la playa, ante todo ello no podemos optar por la muerte.

No podemos optar por la muerte del amor y de la felicidad, mortal, terrenal y cotidiano.

Tenemos quizá que volvernos a construir el amor, volver a descubrir el poder del amor y así, nomás de pasadita, volver a construirnos la dicha terrenal para toda la vida”.

Porque ‘toda la vida es ahorita”
Jorge Gonzalez Sanchez.
RM.-