viernes, 24 de noviembre de 2006

La Razón

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Cuando yo era chico, allá por los años 80, había un jueguito tipo adivinanza: uno describía una esquina, decía que en una vereda había un kiosco de diarios, en la otra una tienda, en la otra una panadería, y entonces venía un auto por una calle y otro auto por la otra y el semáforo estaba de determinada forma y no importa bien todo lo demás. Lo que sí importa es que los autos chocaban y el acertijo concluía con una pregunta: ¿Quién tiene la razón? El que había escuchado lo pensaba más o menos y luego decía el chofer A o el chofer B. El chiste era que no, que la razón la tenía el kiosquero de esa esquina, porque La Razón era un diario.

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Cuando yo era chico, allá por los hoy recordados con una nostalgia snob años 80, La Razón era efectivamente un diario que se vendía en los kioscos. Había sido uno de los diarios más grandes hasta hacía poco (no por nada formó parte de Papel Prensa), tenía formato sábana, era —como todos los demás, excepto aquellos suplementos deportivos del Diario Popular, ¿se acuerdan del chico de la publicidad que, durante el mundial Italia 90, le preguntaba al padre: “¿Papá, quién es Rumeninga?”?— en blanco y negro…

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Ahora ya no soy chico y La Razón ya no es un diario. Es, más bien, el apéndice de un diario. O quizá sí es un diario, pero no se vende en los kioscos de diarios. Es más: no se vende. Es un diario gratuito. El procedimiento es el siguiente: cuando recién sale, a eso de las 4 y pico, 5 de la tarde, lo reparten en las estaciones jóvenes bien vestidos con sonrisa Kolynos dibujada en la cara.

Pero al rato los distribuidores pasan a ser chicos cada vez más chicos, sucios, desamparados, que gritan “La Razón” en los pasillos del subte y entregan el diario a cambio de moneditas, aunque el periódico diga en su portada que es gratis.

Ayer en un pasillo de Constitución los repartía una nena que tenía una carita que debía ser la misma que tenía la tristeza a los 4 años de edad. Porque esta nenita no tendría más de eso: 4 años, tal vez 3. O 5, qué sé yo. En cualquier caso, tenía menos de los que tenía yo cuando ya había aprendido aquella adivinanza que terminaba preguntando quién tenía la razón. Hoy sé que es hasta mejor no preguntárselo, porque nuestra sociedad perdió la razón hace rato.


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4 comentarios:

Gaby dijo...

"nuestra sociedad perdió la razón hace rato" como también perdió los ojos, los oídos, los sentimientos , el alma...y se cambiaron los valores de acuerdo con las conveniencias. Y mientras algunos, como Tinelli , compran tierras en el sur que además pertenecen a mapuches, los mismos de siempre y otros nuevos no pueden ni comprar siquiera alguna esperanza.
Saludos, muy buen post

Anónimo dijo...

Es tristísimo, es verdad. Tanto el hecho de que haya chicos revendiendo La Razón, como que se haya convertido en papel higiénico que no vale la pena retener (de ahí que pueda ser vendida a lectores de segunda mano). Ayer se equivocaron y sacaron una nota decente no sacada de Clarín (una entrevista al dip. Eduardo Macaluse) pero es muy raro. Recordemos que en la década del 80 el diario fue dirigido por Jacobo Timmerman, quien (al margen de graves errores políticos como el apoyo a los golpes de 1966 y 1976) es uno de los periodistas mas importantes de la Argentina en el siglo XX.

Octavio Echevarría dijo...

Un gran post, creame. Hace mucho que no entraba, estoy perdido del mundo de los blogs. De hecho, estoy comentando una entrada vieja. Una recomendación para Alejandro, cuando quiera engalanar la figura de alguien, rodeos como "al margen de graves errores políticos como el apoyo a los golpes de 1966 y 1976", deben evitarse.

Nehuen dijo...

Muy buen post y muy bueno el blog también. Saludos, Nehuen.