domingo, 23 de octubre de 2005

Delicias de la vida electoral

-Faltan boletas -dije.
Lo dije con miedo: no sabía bien cómo funciona el sistema electoral en estos casos, y no quería que me invalidaran por "cantar" mi voto.
Los tres sujetos se metieron al cuarto oscuro. (Digresión: el cuarto oscuro es una aulita de escuela, el picaporte de cuya puerta está roto. Adentro hay muchas cosas rotas y arruinadas. El 90 por ciento de las escuelas públicas del país está así, responsabilidad de los partidos que han gobernado y, oh casualidad, a los cuales responden los tres sujetos que han entrado al cuarto oscuro.) Al rato salen.
-Las boletas que hay son las que tenemos. Hay partidos que no tienen fiscal, y entonces si ellos no traen, no podemos reponer. Tendrías que hablar con la gente de tu agrupación y decirles.
Me reí.
Quizás tendría que haberme enojado, protestado, hecho algún escándalo, vociferado que esto no puede ser, que cómo a esto le llaman democracia. Probablemente tendría que haberles dicho que no tengo ninguna agrupación, que nada más tenía ganas de votar por la opción más potable, la que de alguna manera me inspiraba más confianza, la que pensaba como una especie de pequeña posibilidad de pelear contra la trampa de que los mafiosos simulen pelearse y vayan separados y convenzan a todos de que hay que votar a uno para destruir al otro o hay que votar al otro porque el otro es El Otro (el de los muchachos otristas todos unidos triunfaremos...)
Pero nada más me reí y entré al cuarto oscuro.

Voté al MST-Unite para senadores nacionales (Mario Cafiero) y concejales del municipio, al Encuentro Amplio para diputados provinciales (Jorge Rivas) y al ARI para concejeros escolares.
Y me volví a mi casa, satisfecho por haber cumplido con mi deber cívico...

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