Gabo, contento de que Aracataca no se llame Macondo

Hace unos días, el pueblo de Aracataca fue convocado a las urnas para ver si querían que el pueblo pasara a llamarse Macondo, como el de los relatos de Gabriel García Márquez. Pero pocos respondieron a la convocatoria, ganó la abstención y la propuesta quedó en la nada. Gabo nunca había participado de la consulta, ni había opinado al respecto, hasta ahora.

El diario "El Tiempo", de Bogotá, dice que el escritor "consideraba el cambio como un verdadero desatino y un pésimo precedente". "Respiró tranquilo cuando se enteró de que su pueblo natal seguirá teniendo el viejo nombre de origen guajiro y no el de Macondo, importado de Africa para bautizar una finca y popularizado luego a través de sus libros", agrega el periódico.

No aclara por qué sería un mal precedente, pero a mí me puso contento que no le cambien el nombre. Macondo es Macondo, el pueblo de la ficción, de la fantasía, con sus guerras y sus coroneles y su pobreza y sus curas y sus prejuicios y sus diluvios y sus pestes y sus gitanos y sus hormigas y sus ratones muertos en una caja de zapatos y y sus pescaditos de oro y sus amores eternos, contrariados, imposibles. ¿Por qué quitarnos el encanto de los sueños embadurnándolo todo con la brocha gorda de la realidad?

Entiendo que el alcalde lo quería hacer por una cuestión de turismo y para ayudar a subsanar la pobreza en que está hoy Aracataca. Por eso no decía nada antes. Pero el resultado de la votación fue para mí una buena noticia.