miércoles, 29 de octubre de 2008

Dejando a un lado todas las consideraciones sobre la inmortalidad

«No se precisan trajes típicos en Madrid, ni importa qué tipo de edificio levanten -por mucho que se parezcan a los de Buenos Aires-; cuando lo ves recortado en ese cielo, sabes que es de Madrid. Aunque no tuviera más que el Museo del Prado, merecería la pena pasar un mes allí cada primavera, si dispone de dinero para vivir ese tiempo en una capital europea. Pero cuando puedes disfrutar del Prado y de la temporada taurina a la vez, con El Escorial a menos de dos horas hacia el norte y Toledo hacia el sur, una excelente carretera a Ávila y otra a Segovia, que está a un paso de La Granja, te produce una gran desazón -dejando a un lado todas las consideraciones sobre la inmortalidad- saber que un día te morirás y no la volverás a ver.»

Ernest Hemingway, Muerte en la tarde (1932)

2 comentarios:

david w. dijo...

Primavera en Madrid, El Prado y toros en El Escorial, loco y entre amigos verdaderos, viendo todo tan de cerca. Inolvidable. Y volveré para verlo, Ernesto. Abrazo fraterno. DW.

Cristian Vázquez dijo...

Hace poco estuve en El Almendro, en La Latina, y me encantó descubrir que fue ese el bar al que (si sos el David W. que yo creo) fuimos la primera vez que estuve por acá... Todavía sigo descubriendo lugares de aquel primer viaje. Y no era primavera sino invierno, pero no importa, Madrid vale la pena todo el año. Abrazo!