jueves, 23 de julio de 2009

Demasiados ausentes para una situación dramática

Como le pasa a mucha gente, a mí el facebook me permitió reencontrar, a la distancia, a mucha gente a la que llevaba mucho tiempo sin ver. Y no sólo eso: también encontrarme con algunas de sus actividades, noticias e ideas. Me encanta que esa red social, a la que muchos no le ven ningún sentido y a la que otros le dan usos inútiles e incluso perjudiciales para sí mismos y su propia intimidad, me permita llegar a textos, imágenes y otros enlaces excelentes que publican viejos y nuevos amigos y conocidos.

Uno de esos casos es un texto escrito por Marcelo Ciaramella, un sacerdote a quien frecuenté en una de mis vidas pasadas, cuando traté (sin éxito) de ser católico. Aunque no lo conozco mucho, sé que Marcelo (quien además es licenciado en Ciencias Sociales y Humanidades y actualmente desarrolla su labor sacerdotal en Quilmes) es un tipo macanudísimo, y su texto -un comentario crítico de la última carta encíclica de Benedicto XVI- una de esas cosas que sirven para entender que, cuando se habla de "la Iglesia" como un bloque, hay que tener cuidado: en ese colectivo hay muchísima gente, y muchas personas muy valiosas. Las generalizaciones son peligrosas, y a veces pagan justos por pecadores.

El texto se titula como este post, "Demasiados ausentes para una situación dramática". No hace falta conocer la carta encíclica para entenderlo, y realmente vale la pena tomarse unos minutos para leerlo. Están invitados:

El título ya refleja mi sensación primera al leer el reciente documento papal sobre el desarrollo humano integral. La situación del mundo, esto es humanidad y entorno, se acerca al límite donde el tiempo para revertir la crisis se convertirá en cuenta regresiva.

Mis expectativas. ¿Qué esperaba que dijera un documento que intentaría reflejar una mirada cristiana del desarrollo humano? Esperaba un clamor urgente, más que una reflexión rica y valorable. El tiempo no está a favor. Esperaba una reflexión sobre la verdad, pero no como un monopolio de la fe católica, sino como una sinfonía que nace en la pluralidad para llegar a la unidad. Hubiera esperado alzar la voz contra la injusticia, la desigualdad, el genocidio y el ecocidio, en favor de los pobres de la señalando causas y causantes, obviando generalizaciones que parecen culpar por igual a víctimas y victimarios. En realidad hubiera esperado un documento interreligioso, intercultural, profético, esperanzador sobre la situación del mundo y con un llamamiento enérgico al cambio, ofreciendo caminos, denunciando maldades y omisiones, autocriticando el lugar que deberíamos asumir como Iglesia, llamando a gestos concretos de resistencia pacífica a la violencia del capitalismo liberal
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4 comentarios:

Doritos Ad Challenge dijo...

Te felicito por tremendo blog que tienes es extraordinario

omar dijo...

terminé en este blog de casualidad, pero me quedo, es buenisimo!!!!

Ezequiel dijo...

Es realmente increíble que el autor de esa frase no fuera otro que el emperador japonés. Se podía esperar de eso de cualquier yanqui ultranacionalista, pero escucharlo del emperador atacado...

Cristian Vázquez dijo...

Eze: el comentario te quedó en el post incorrecto, pero no importa. Es increíble cuando lo leés así, fuera de contexto, pero te juro que cuando leés algunas cosas más del tipo este (el emperador, digo) ya te hacés una idea de lo que era capaz...