miércoles, 30 de mayo de 2007

Acto reflejo

El hombre viaja todos los días en la línea A del subte, la de los vagones obsoletos que se abren de modo manual. Le gusta sentarse en el asiento que está junto a la puerta, que es como un cuarto de círculo de madera incrustado en la esquina. En cada estación, cuando el tren está por arrancar, sostiene la puerta para que no se cierre con violencia sino que las hojas se arrimen suavemente, sin estrépito.

–Es que si no me hace cerrar los ojos, y no quiero que la gente piense que tengo miedo si mi papá mata un chancho –dice.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Pronto llegará a Puán.

Margarida V dijo...

parece los electricos de lisboa.