lunes, 25 de febrero de 2008

Treinta años y un día

Cuando en agosto del año pasado decidí (terminé de decidir, mejor dicho) que me iría a España, sentí miedo. Cagazo, mejor dicho. No sé explicar ahora la diferencia entre ambos términos, pero tal vez ustedes me entiendan. Pero me dije que quería hacerlo, irme, hacer la experiencia de vivir en otro país, buscar nuevos rumbos. Y descubrí que debía hacerlo, porque si no lo hacía entonces no lo haría más, y si no lo hacía nunca me arrepentiría por ello la vida entera.

"¿Cuántas vidas creés que tenés?", fue el aliento de un amigo, la primera persona a quien le conté mis planes.

Entonces, para ratificar mi decisión, me puse a buscar cuestiones simbólicas. Y descubrí -y me convencí de ello al instante- que esto es algo que uno hace a los veintipico. A mí me quedaban pocos meses de veintipico. Eso era una señal. Yo mismo sabía que ese silogismo era, bien mirado, una boludez.

"No es un boludez", me dijo (no sé si con las mismas palabras) un tipo a quien respeto mucho con el que hablé este fin de semana.

Hoy que ya no tengo veintipico sino la edad del título de este post, puedo decir felizmente que tomé la decisión correcta. Y que comienzo un futuro lleno de caminos que recorrer y puertas por abrir. Here, there and everywhere. Aunque cuando me pregunten por mi edad ya nunca más diga un número que empiece en dos.



2 comentarios:

FACUNDO, el que no se hequiboca. dijo...

Tu amigo debería de escuchar más sus propios consejos.

MIB dijo...

Cheeeeeeeeeeeeee!!!!!!!!!! Antes que nada feliz cumpleaños!!!

Perdí mi móvil con todos los contactos... recuperé algunos... pero otros (los más recientes donde estarías incluído vos no....) La otra vez mi amigo el nicaraguense me preguntó por vos... algo de trabajo...

Seguís por Madrid no??? Pegame un toque!

Besos!!!

Maria